La principal causa de que se “bajen” o “suban” las encías es cepillarse los dientes con excesiva fuerza. Sin embargo, existen otras razones por las que las encías pueden retraerse: la enfermedad periodontal (periodontitis), una ortodoncia muy agresiva, un traumatismo, el tabaquismo o los piercings en la boca.
Uno de los primeros signos suele ser una encía retraída en un solo diente. Generalmente, en alguno de los caninos. Esto se debe a que los caninos están situados en la zona donde más fuerza se puede ejercer con el cepillo de dientes.
Es por ello que la prevención y el cuidado gingival es clave para la salud bucodental, así como identificar los síntomas tempranos de retracción para evitar que el problema vaya a más.
Cuando esto sucede, la raíz dental queda al descubierto y las personas tienen la sensación de diente largo.
Otra consecuencia de esta exposición de la raíz de los dientes es la sensibilidad dental. Esta aparece porque en la raíz hay cemento en lugar de esmalte, que es menos resistente. Al retraerse la encía, quedan expuestos los túbulos dentinarios, que se comunican con las fibras nerviosas de la pulpa. Por ello, puede aparecer más fácilmente sensibilidad dental al contacto con algunos estímulos como el frío o el calor.
La parte positiva es que la recesión de encías por un cepillado de dientes demasiado agresivo es la causa de más fácil solución.
Aprender a realizar un cepillado suave y respetuoso ayudará a minimizar las molestias y conseguir que la recesión no empeore. De no tratarse, en cambio, pueden aparecer problemas más graves.
La retracción gingival hace que la placa bacteriana se acumule más fácilmente en las encías y la raíz del diente. Como consecuencia, las encías retraídas favorecen y agravan la aparición de patologías periodontales como son la gingivitis y la periodontitis. Asimismo, pueden aparecer caries dentales en la raíz.